martes, 17 de enero de 2012

¿HACIA DÓNDE NOS DIRIGIMOS?

Si una cosa está clara en el deporte es que el crecimiento producido en la última década es tan grande que obliga a las federaciones a actuar de forma distinta a como lo venían haciendo a principios de este mismo siglo. Cada vez existen más pruebas, más intensas, más largas, más duras. Y no sólo hay un crecimiento en la oferta sino que la demanda de deporte crece a un ritmo exponencial que supera en ocasiones cualquier previsión que la organización haga a priori. No era común ver triatlones en España y ahora encontramos pruebas solapadas en el calendario debido a la inexistencia de un organismo que regule eficazmente el calendario. En cuanto a los ultras, su fama y la pérdida de miedo por parte de deportistas, está convirtiendo esta prueba en el nuevo maratón con participantes cada vez más jóvenes en distancias cada vez más largas. Toda esta nueva era hay que gestionarla de una forma distinta, más allá de conseguir deportes más rentables (que también) y estableciendo nuevos parámetros de seguridad para el deportista. En noviembre de 2011 aparecía en El País Digital, una noticia que se hacía eco de la decisión tomada en un deporte como el ciclismo donde venía siendo obligatorio un reconocimiento médico riguroso que a partir de este mismo enero, ha dejado de pedirse como medida ante la soledad que tenía esta federación frente a otras del estilo de la FETRI o la Federación de Atletismo que no hacían especial mención a este tipo de pruebas para disminuir la cuota de inscripción y no limitar la corriente de entrada de nuevos federados. Esta medida ha sido tomada como reivindicación ante una situación que entienden injusta. Como digo, las pruebas se multiplican y el número de licencias también, por ejemplo, las licencias de triatlón han pasado en la primera década de 4.000 a 16.000 con un crecimiento anual del 18% según José Hidalgo (presidente de la FETRI), por su parte en ciclismo pasaron de 34.250 a 44.796 en el periodo 2000-2007. Esto obliga a tomar medidas para evitar situaciones desagradables en deportes que exigen una exposición al riesgo elevado. Hablamos de pruebas con una duración superior a las 4 horas en las que se expone al organismo a un consumo energético elevado y donde hay que tener en cuenta gran cantidad de variables para que lo traumático del deporte pueda controlarse en la mayor medida posible. Una de las consecuencias que puede provocar este tipo de deportes (y que está en aumento) es la muerte súbita entre aquellos que afrontan pruebas de mayor exigencia de la que pueden tolerar. Recientemente se ha conocido el caso del argentino Iván Páez de 31 años fallecido en el sector de la bici mientras disputaba un 70.3. Yo no se cuáles serían las medidas a tomar, quizás una fórmula es obligando a pasar reconocimientos médicos con especialistas deportivos (cosa que podría saturar este tipo de servicios), u obligando a estar federado para competir en cualquier disciplina evitando las licencias de un día.

Resulta apasionante el ambiente que se mueven en este tipo de eventos, y personalmente creo que hay mercado y recorrido para llegar mucho más allá en deportes considerados individuales. No obstante, hay que realizar un esfuerzo extra en ampliar la línea de actuación y sobre todo en las categorías de base. Se dice que debería ser obligatorio el reconocimiento médico con un electro al menos una vez al año. ¿Lo hacemos así? Si nos miramos en la figura que refleja el espejo del deportista famoso, deberíamos ver no sólo las horas de entrenamiento, el sacrificio o las pruebas, sino todo lo que estos hacen para evitar consecuencias desagradables con eso que es su herramienta de trabajo. Hablo de test de esfuerzo, visitas periódicas para chequear su estado de salud, visita al fisioterapeuta, etc. Sentemos una buena base cara al futuro para que no ocurra lo mismo que le pasó a Ivan.

Fuerza y valor.

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